La Federación de Áridos ha realizado un informe sobre el comercio exterior de áridos en España, que ha experimentado en los últimos años una evolución significativa, marcada por un crecimiento sostenido de las exportaciones, una mayor diversificación de mercados y una estrategia empresarial más enfocada en la competitividad y el valor añadido.

Tradicionalmente, el sector se ha caracterizado por operar con productos de bajo valor unitario y elevado coste logístico, lo que ha favorecido un comercio de proximidad, especialmente con Portugal, Francia, Marruecos y Andorra. Sin embargo, las empresas españolas han logrado consolidar su posición en mercados internacionales, accediendo a destinos de mayor rentabilidad, como Estados Unidos, América Latina, Asia y Oriente Medio.

Históricamente, el comercio exterior de áridos ha mostrado un ligero superávit y ha estado basado en intercambios de proximidad, especialmente, con los países limítrofes Portugal, Francia, Marruecos, Andorra, además de Gibraltar (Reino Unido), para el abastecimiento de proximidad de mercados locales, debido a las limitaciones por la incidencia del coste del transporte respecto al bajo valor de la tonelada y por las limitaciones logísticas.

Así, desde 2008, el valor de las exportaciones ha crecido un 168,0% mientras que el de las importaciones lo ha hecho en un 3,2%. Hablando de toneladas, las correspondientes a las exportaciones han crecido un 59,3% mientras que las de las importaciones decrecen un -14,7%.

Este incremento de las exportaciones se debe, esencialmente a la capacidad de las empresas españolas de abrir nuevos mercados como, por ejemplo, Estados Unidos o incrementar su presencia en otros en los que ya se suministraba, como son Bélgica, Italia, Alemania.

Sobre la cifra total de 205 millones de toneladas de consumo de áridos, el consumo para la exportación de 4,122 millones de toneladas en 2024 representa únicamente el 2,0%. Y la cifra de importación de 1,1 millones de toneladas apenas alcanza el 0,54%. En términos de valor, las exportaciones representaron 158 M€ y las importaciones 49 M€.

A pesar de su bajo peso relativo, este mercado exterior no debe desdeñarse, ya que aporta a las empresas que están activas, diversificación de mercados, alto valor añadido, un complemento que puede tener carácter estabilizador respecto de las fluctuaciones del mercado interior de sus entornos y, en consecuencia, mayor competitividad y rentabilidad.

Es obvio decir que las herramientas de competitividad de los áridos españoles en el mercado internacional, en el que se compite contra los áridos de todo el resto del mundo, son, en primer lugar, la calidad de los propios áridos, ya sean para usos en construcción o en la industria; en segundo lugar, el ser competitivos en coste, en el punto de destino, donde la componente de los fletes de transporte (camión, ferrocarril, barco) y de logística (tasas, cargas, descargas, acarreos, remontes), juegan un papel decisivo; en tercer lugar, la calidad de servicio de suministro.

El estudio destaca que la competitividad española se basa en dos ejes principales. Por un lado, la capacidad de ofrecer volúmenes elevados a precios competitivos, especialmente en productos destinados a la construcción, como gravas, arenas y piedras trituradas. Por otro, la creciente especialización en áridos de alta calidad y valor añadido, como arenas silíceas, cuarzo y dolomita, que encuentran demanda en sectores industriales como la cerámica, la fundición o la producción de vidrio. Esta estrategia dual ha permitido mantener la posición en mercados tradicionales y, al mismo tiempo, penetrar en nichos premium donde la diferenciación es clave.

El informe también subraya que las importaciones han perdido relevancia en el contexto actual. La producción nacional cubre casi todas las necesidades estándar, y las compras exteriores se limitan principalmente a productos de características técnicas muy específicas. Esto ha reforzado la balanza comercial positiva, consolidando a España como exportador neto de áridos y situando al país como un proveedor estratégico en Europa y en mercados internacionales de alto potencial.

La logística sigue siendo un factor crítico para la competitividad del sector. El transporte por carretera domina ampliamente, favoreciendo las operaciones con mercados cercanos, pero encarece el acceso a destinos más lejanos. La mejora de la intermodalidad y la optimización de los corredores ferroviarios y marítimos se presentan como retos prioritarios para aumentar la eficiencia y la sostenibilidad.